“En vez de guardar deseos de dominio, ambición y poder vamos a cambiar el chip y procurar que, en nuestro corazón, en estos momentos duros de pandemia, haya ese deseo de acompañar a los demás”.
Por Elena Belletich Ruiz. 18 febrero, 2021.Ayer, de modo presencial en la Ermita de Campus Piura y de modo virtual, desde Campus Lima, los capellanes Ricardo González (capellán mayor) y Juan Armas, respectivamente, celebraron la misa del miércoles de ceniza, en el inicio del tiempo de cuaresma. En las respectivas homilías, los sacerdotes reflexionaron en torno al Salmo 50, en el que David termina suplicando al Señor que cree en él un “corazón puro”.
El padre Armas dijo que es un buen objetivo para estos 40 días: “Que el Señor nos dé un corazón puro… inocente, que no hace daño”. Refirió que de nuestro corazón muchas veces salen cosas que dañan: la cólera, el resentimiento, el odio, la venganza, la envidia, la avaricia… “Todos lo hemos sentido alguna vez. Qué bonito sería que el Señor, como fruto de esta Cuaresma, de esta lucha, nos dé un corazón más puro”, invocó.
Hizo un llamado a todos a que, en esta Cuaresma, “en vez de estar pendientes de las cosas materiales, de consumir, de lo que me estoy perdiendo o de lo que puedo tener, nos fijemos más en las necesidades de los demás, en cómo puedo hacer felices a otros y en cómo puedo hacer feliz a Dios”.
“Vamos a cambiar el chip y procurar que nuestro corazón, en estos momentos duros de la pandemia, haya ese deseo de acompañar a los demás en su dolor, en su pena, en su aflicción porque, quizá, están enfermos o la están pasando mal porque tienen a algún familiar enfermo o que ha fallecido… En vez de pensar en nosotros mismos, en imponernos y en querer dominar, ¿por qué no pensamos en cómo consolar o en cómo comprender o ayudar a esas familias que están pasándola mal?”. Que por eso sea nuestra oración y que esas obras sean nuestra limosna y nuestro ayuno, exhortó.
Por su parte, el capellán mayor de la UDEP, padre Ricardo González, alentó a todos a vivir “con mucha esperanza este tiempo de cuaresma. “Transmitamos esperanza, especialmente, a aquellas personas que pueden estar necesitándonos más, para que sepan aceptar y amar la Voluntad de Dios. Tengamos la confianza para pedirle al Señor, a través de la Virgen, que saque adelante a nuestros enfermos, porque esa sea su voluntad: si Él quiere, puede hacerlo…”.
En cuanto a la oración, el ayuno y la limosna, que se deben practicar aún más en este tiempo de cuaresma, el padre González explicó que la oración es el diálogo con el Señor. “Hay que rezar en la intimidad de la habitación, en una capilla o en misa, pero con la sinceridad del fondo del alma que se pone delante de Dios”. Sobre el ayuno, dijo que este sacrificio es una manera de mostrar arrepentimiento, desprendimiento de las cosas de la tierra, de las cosas materiales “El sacrificio nos ayuda también a recordar que somos poca cosa, que lo material es poca cosa y que todo esto se convertirá en nada. Hay que vivir el ayuno y abstinencia los días que están previstos: el miércoles de ceniza y el viernes santo; y, la abstinencia los viernes de cuaresma”.
Señaló también que este debe ser un tiempo de generosidad, pues durante la pandemia hemos notado que hay mucha gente que necesita ayuda, necesita de nosotros; por ello, hay que darle sentido a la limosna: “esta no solo es dar una moneda a alguien que pide en la calle sino preocuparse por los demás, mirarlos, darnos cuenta de que hay otros, además de nosotros”.
El capellán mayor recalcó: “como San Pablo nos ha dicho en la segunda lectura: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de salvación, así que no recibamos en vano la gracia de Dios”.